Uno de los géneros en los que Ramon Casas pudo demostrar mejor su talento pictórico fue el del retrato, que cultivó desde sus inicios hasta el final de su vida. A través de los distintos modelos que posaron ante su mirada, Casas concibió composiciones siempre diferentes, utilizando de una manera magnífica todas las técnicas que tenía a su alcance.
Un grupo importante de estas obras lo constituyen los retratos relacionados con sus familiares. Desde el comienzo, Ramon Casas demostró un gran apego a su círculo más cercano; fruto de ello fueron las numerosas imágenes que dejó por entonces, especialmente de sus hermanas Montserrat y Elisa, a las que adoraba, así como los distintos retratos de sus padres, Ramon Casas Gatell y Elisa Carbó Ferrer. Dentro de este conjunto, destaca una serie de pinturas que los representa en el patio interior de la casa que la familia poseía en la calle Nou de Sant Francesc, n.º 11-13, en Barcelona. Influido por la pintura naturalista tan en boga, Casas se imaginó a su hermana Elisa cosiendo tranquilamente en dicho espacio (realizando una actividad cotidiana con la que pudiera identificarla), en lugar de hacerla posar como hubiera sido lo habitual; sólo el atrevido color escarlata de su vestido conducía nuestra mirada hacia su figura.
Por si no fuera suficiente ese elemento de instantánea, que diluía los límites entre retrato y pintura de género, la maestría de Casas se reveló no sólo en la concepción sino también en la ejecución, de manera que, a diferencia de lo que habría hecho casi cualquier otro pintor catalán de la época, se atrevió a modular las carnaciones y coloraciones de todo el cuadro en función de los claroscuros provocados por las persianas, pero también por la hora del día, captando ese aire de intimidad furtiva y mágica, descartando una entonación estándar. Además, este cuadro pintado en 1889 nos ayuda a conocer mejor el momento personal de Elisa, pues luce en el dedo anular el anillo de compromiso con Josep Codina Prat, con quien se casaría poco después, el 27 de abril de 1890, en una boda doble en la que también contrajo matrimonio su otra hermana, Montserrat, con Eduardo José Nieto. Esta fecha no es fruto del azar, ya que coincide con el día de la Virgen de Montserrat, patrona de Cataluña (y nombre de una de las novias).