El pintor y dibujante Ramon Casas fue un viajero incansable. Rondó por Cataluña, España, visitó ciudades de Europa y vivió en París. Más allá traspasó nuevas fronteras para ir a América. Lugares diversos llenos de contraste, desde la efervescencia parisina hasta los nuevos horizontes del continente americano, pasando por el ruralismo español. Un artista inquieto por todo aquello que le ofrecía el mundo de finales del siglo XIX y las primeras décadas del XX, desde la tradición hasta la modernidad, y así lo representó en su productiva obra.
Los medios de transporte preferidos de Casas como la bicicleta y el coche, tuvieron que dejar cabida a los de mayor potencia como el ferrocarril y el barco, que conseguían distancias más largas. En aquella época las infraestructuras entre las grandes ciudades iban evolucionando, desde el transporte de mercancías fruto de la actividad industrial hasta los viajeros de negocios, pero también del tiempo libre en relación a los inicios de los viajes de ocio de las clases acomodadas, aunque somos lejos de la generalización del turismo. En este contexto, Casas fue un privilegiado viajero. Tuvo los recursos económicos que le permitían moverse sin problemas y buenos compañeros de viaje como familiares, amigos y pareja. Una fuente valiosa que permite seguir la pista al artista es la correspondencia que enviaba a sus familiares y amigos. Cartas que aparecen reproducidas en la monografía que le dedica Isabel Coll.
Ramon Casas se sumergía en estos viajes a los cuales iba con ojos de aprender. En su maleta no podían faltar carboncillos, lápices, pinceles, acuarelas… utensilios necesarios para dibujar y pintar y no perder ninguna de las escenas que adoptó en diferentes formatos, desde apuntes rápidos de dibujos hasta óleos, desde escenas cuotidianas hasta retratos burgueses. Su mano generaba obras de arte con la facilidad, la creatividad y la calidad artística que le caracterizó, y es que su capacidad de observación le permitía asimilar con una rapidez formidable todo aquello que le envolvía.
A continuación realizaremos un recorrido reseñando los viajes de Ramon Casas que fueron constantes a lo largo de su vida. Seguiremos un criterio a partir de un orden geográfico y no cronológico, desde la proximidad de Barcelona hasta la lejanía de los Estados Unidos. Diferentes escenarios pero con una misma iniciativa, la de plasmar en su obra todo aquello que considerara apto de dejar constatado en un dibujo, una acuarela o un óleo.
Por los alrededores de Barcelona y otros lugares de Cataluña
Nacido en Barcelona realizó diferentes excursiones por los alrededores de su ciudad y otros lugares de Cataluña. Los motivos fueron diversos, ya sea por reposo o acompañar a la familia, eran espacios que le permitía desconectar de la gran ciudad.
En agosto de 1885, el artista y su familia pasaron el verano en Vernet, en el Conflent (Cataluña Norte). Allí Casas pudo hacer reposo ya que en aquellos momentos no contaba con buena salud. Un año después, en 1886 estuvo una temporada en Caldes de Estrac (conocido durante mucho tiempo como Caldetes), para recuperarse de un problema pulmonar, comienzo de tuberculosis. A este pueblo de la costa del Maresme y de veraneo para la burguesía, volverá unas décadas más tarde, instalándose en diciembre de 1919. En este caso, será su pareja Júlia Peraire quién estaba enferma y necesitaba descansar.
Son bastante conocidos los viajes en carro que hizo per la Cataluña rural acompañado de su buen amigo Santiago Rusiñol, el primero en 1889 y el segundo en 1892. Los dos artistas habían sido presentados por el escultor Enric Clarasó en 1882, una amistad que duró toda la vida. El mes de abril de 1889 Casas y Rusiñol viajan a Poblet, pero será durante el mes de junio cuando los dos amigos comienzan el primer viaje. El punto de inicio fue Manlleu, de allí a Navarcles, continuando por Manresa y llegando a Martorell. En su recorrido pasarán por las comarcas del Penedès y del Campo de Tarragona; posteriormente traspasan el Vallès, llegan a Vic y vuelven otra vez al inicial Manlleu. Se sabe que a mediados de julio estaban en Berga. El segundo viaje fue a principios de julio de 1892, pero en este caso mucho más corto con una duración de cuatro días. Comenzaron de nuevo desde Manlleu y el punto final fue Sant Feliu de Guíxols. En el recorrido pasaron por Vic, Sant Hilari para tomar las aguas medicinales, Arbúcies –donde ya había estado dos años antes con su hermana Elisa y su cuñado Josep Codina–, el castillo de Montsoliu y Hostalric. En los dos casos, Santiago Rusiñol y Ramon Casas actuaron como cronistas, escribiendo el primero y dibujando el segundo en los artículos “Por Cataluña, desde mi carro” y “Otra vez en carro” respectivamente, publicados en La Vanguardia. Entre medio, durante el verano de 1890, los dos amigos van de excursión por la Cerdaña en los Pirineos Catalanes.
Casas estuvo en Sitges a finales de septiembre o principios de octubre de 1891, acompañado del también pintor Eliseu Meifrèn. En este pueblo costero irá a menudo por la gran vinculación con el Cau Ferrat y las fiestas modernistas que se celebraron. Además, unos cuantos años más tarde, en 1909, Casas estará con su amigo Charles Deering en Sitges que había conocido unos años antes, en 1903, y al cual le unirá una gran amistad –sobre el vinculo de Casas y Deering, ver el texto realizado por Sebastià Sanchéz en este mismo libro–. Charles Deering era un millonario industrial americano que creó el palacio Maricel de Sitges. Por la relación con Deering, Casas también va continuamente a Tamarit entre 1918 y 1921, donde se encarga de la restauración del castillo que adquirió su amigo americano.
Durante el mes de julio de 1907 es probable que Casas coincidiera con Rusiñol en el monasterio de Sant Benet de Bages. Éste será otro lugar asiduo de Ramon Casas, propiedad familiar donde tenían una fábrica de hilados y que heredará, era un punto de encuentro de recreo. El primer dibujo que publicó Ramon Casas en 1881 fue Recuerdos de otro tiempo en el cual representa el claustro del monasterio. Otros lugares visitados por Ramon Casas fueron Torredembarra en Tarragona en enero de 1887 y Montserrat en noviembre de 1899.
Fàtima López