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Viernes, diciembre 9th, 2022

El descanso de los ciclistas

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A principios de la década de 1880, la bicicleta y la práctica del deporte velocipédico iniciaron un sprint fulgurante, desde un uso exclusivo por parte de las más altas élites a ser un elemento democratizador para todas las clases sociales, incluida la práctica femenina que apenas tenía presencia fuera del círculo doméstico.

Fue en 1896 cuando Casas realizó la primera gran obra ciclista. Bajo el título El descanso de los ciclistas, retrató a dos hombres y una mujer en actitud relajada bajo la sombra de un árbol; los tres, junto a sus respectivas monturas reclinadas en el suelo, en lo que parecía

que era el transcurso de una excursión ciclista por el bosque. En la primera línea de horizonte aparecía la fachada de una casa señorial y, seguidamente, al fondo, se vislumbraba el skyline de la ciudad de Barcelona. Destacaban dos pinceladas verticales, muy cercanas a la costa, que parecía que se tratase de torres; éstas podrían ser los campanarios de la iglesia de Santa María del Mar, por lo que se situaría a estos ciclistas en la Vila de Gràcia, antes de anexionarse completamente a Barcelona, en 1899.


el descanso de los ciclistas

En la pintura de Casas mostrada sobre estas líneas, los ciclistas y sus bicicletas marca GIADIATOR reposan en una escena que tiene como fondo una de las primeras versiones del skyline de Barcelona, en el que se adivinan las dos torres de la iglesia de Santa Maria de Mar.

El descanso de las ciclistas. Óleo sobre tela, 1896.


Los tres ciclistas iban vestidos a la manera de auténticos sportsmen y sportswoman: Ella con tocado,[1] blusa blanca de manga larga, con acabado negro en muñecas y cuello, y amplia falda negra que cubría hasta los tobillos.[2] Ellos con gorra pequeña de color blanco y beige, jersey claro con remates negros en cuello y muñecas, pantalones bombachos, medias oscuras rematadas con dibujos de colores por encima de los gemelos y zapatos de corte inglés.

De hecho, la moda femenina en el campo del ciclismo, fue precursora en la utilización de prendas cómodas, funcionales y convertibles. Por ejemplo, las damas podían utilizar el mismo vestido durante la mañana para una salida en bicicleta y por la tarde, con algunas modificaciones, llevarlo en un acto social. La tradición burguesa invitaba a vestir un tipo de ropa para cada uso, aunque la práctica del ciclismo pudo cambiar parcialmente esa tendencia.

Gracias a la colaboración del experto coleccionista de automóviles Salvador Claret i Sargatal, se confirmó que las tres bicicletas negras retratadas por Casas eran de la marca gladiator. Las bicicletas masculinas estaban fabricadas con el denominado cuadro de diamante, formado por dos triángulos de tubos de acero, y doble barra en el cuadro de la bicicleta femenina. Transmisión por cadena, asientos de piel, remates niquelados en los ejes trasero y delantero y, especialmente, la tipografía dorada de la marca, presente tanto en la bicicleta masculina recostada en el suelo como en la femenina. Los tres modelos de bicicletas fueron poco habituales antes de 1900, especialmente en la Península Ibérica; solo alguien con alto poder adquisitivo y con acceso al mercado de París podría haber adquirido estos modelos en 1896.

[1] En la indumentaria femenina se utilizaba alternativamente el tocado o el canotier. 

[2] En los años venideros se usarían los bloomers; los pantalones bombachos popularizados por la neoyorquina Amelia Bloomer, que permitía optar a prendas más cómodas y holgadas. 

Gabriel Pinós Guirao


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