El primer documento en el que se pudo ver a Casas conduciendo un automóvil data de 1899. Fue un dibujo al carboncillo, acuarela y lápiz de color rojo en el que se veía a dos automovilistas vestidos con abrigos de pieles, gafas de aviador y gorra sobre uno de los primeros coches a motor que se empezaron a comercializar en el mercado francés, un de diétrich.
Un dibujo muy parecido se publicó en la contraportada del número 11 de la revista Pèl & Ploma, el 12 de agosto de 1899; una imagen que no correspondía con los meses de canícula. El número siguiente de la revista explicó la ilustración:
«El dibujo de la última página del pasado número, era un rompecabezas. Muchos han sido los que nos han hablado y escrito preguntando qué resignaba. Si hubiese habido premios, nadie se lo habría llevado; incluso han habido opiniones de si se trataba o no de un submarino; pero el sentir general se inclinaba a creer que era un coche para repartir panecillos calientes; otros veían un coche fúnebre, disimulado por el color rojo; pero nadie vio un automóvil como de los que se estilan por todas partes, menos en la Península. Las mascarillas las llevan los que van a bordo para evitar el aire que corta como una navaja. Por lo demás, a ustedes no les debe haber gustado: pues, a nosotros tampoco».
Queda evidente que la ilustración correspondería a su estancia en París, ya que este tipo de vehículos todavía no eran habituales en las calles de la Península Ibérica. Desconocemos si Casas importó el vehículo a Barcelona, como haría con muchos de sus coches. Aunque lo que permitió identificar a Casas fue gracias a su perro Ziem, el famoso e inseparable Fox Terrier que también fue protagonista de una de las obras icónicas de Casas subido a un de dion bouton. En la versión publicada en la revista Pèl & Ploma el can queda prácicamente tapado por las sombras. Casas fue miembro de la Sociedad Sport Fox Terrier. Su implicación con la entidad quedó evidente cuando cedió su taller, donde se encontraba la redacción de Pèl & Ploma, para la celebración del reparto de premios de varios concursos. Las competiciones de la sociedad consistían en esencia en que el fox terrier debía cazar en el menor tiempo posible a cinco «bailarinas de cloaca». Los premios se daban por categorías para el animal que consiguiera abatir a las ratas. Había premios para más de un minuto, menos de 60 segundos y menos de 30 segundos. A los pocos meses, la Sociedad Sport Fox Terrier fue ganando tanta popularidad que cambió su denominación a la de Sportsmen Club ; así se trataba de dar cabida a todas las manifestaciones del denominado sport al aire libre, entre ellas, los citados concursos de perros ratoneros, de riña, colombófila, gimnasia, esgrima, tiro, gallos de pelea, lawn tennis, regelbahn y, por defecto, todos los deportes que requerían agilidad o fuerza.