Ramon Casas es testigo de la transformación de la ciudad de Barcelona. En 1854, antes de su nacimiento, comienza la demolición de las murallas de tierra que permite a la ciudad crecer en dirección a los pueblos del Pla [Llano] gracias al proyecto urbanístico del Eixample [Ensanche] de Ildefons Cerdà, de 1859. La finalización se produce en 1881 con el derribo de la muralla de mar, cuando el pintor ya cuenta con quince años. Entre las dos etapas, se produce la destrucción de la fortaleza militar de la Ciutadella, que conlleva la creación del nuevo barrio del Born y el parque de la Ciutadella. Con la ley del 18 de diciembre de 1869, el Estado español cede la propiedad de la fortaleza al Ayuntamiento de Barcelona, a pesar de que no se escritura hasta el 14 de julio de 1871. A partir de este momento se contrata al maestro de obras Josep Fontserè Mestre para encargarse del proyecto del parque, la urbanización de la nueva barriada y el nuevo mercado que devendrá el Born. Fontserè contará con el apoyo de su amigo Ramon Casas Gatell, padre del pintor, que comprará en 1874 mediante subasta uno de los solares resultantes de la desaparición del glacis y la explanada que separaban la fortaleza con la trama urbana. Así, Casas construye entre 1874 y 1878 uno de los edificios de la calle de la Fusina que hoy en día rodean el mercado. La amistad entre Fontserè y Casas se remonta como mínimo a cuando éste retornó de Matanzas, momento en el cual le encargó la construcción de su casa en la calle de Nou de Sant Francesc número 11-13, que se convertirá en el hogar familiar a partir de 1862.
La última ejecución pública en la Ciudad Condal fue el 15 de junio de 1897, cuando Ramon Casas ya tenía treinta y un años. La horca había sido el sistema de ejecución más utilizado hasta que en 1832 el rey Fernando VII la abolió y dispuso que se utilizase el garrote vil, que consiste en un collar de hierro que por medio de un tornillo aprieta el cuello hasta provocar la muerte. En aquel entonces, las ejecuciones eran públicas y reunían a una gran cantidad de gente curiosa para ver el ajusticiamiento. Los ojos del pintor fueron testigos de esta práctica, que lo llevaron a pintar el evento como si de un reportaje fotográfico se tratara. Es muy probable que su obra Garrot vil, expuesta por primera vez en la Sala Parés entre el 20 y el 27 de marzo de 1894, ayudara a que las ejecuciones dejaran de ser un espectáculo público. El Garrot vil se sitúa en el patio de los Corders, al lado de la cárcel de la Reina Amàlia, donde hoy en día hay la plaza de Josep Maria Folch i Torres. Este cuadro tiene varios estudios preparatorios y algunos dibujos o esbozos previos que ayudan a complementar la historia; posiblemente, algunos de ellos fueron realizados en el momento justo cuando se produjeron los hechos. Por ejemplo, el mismo patio de los Corders fue pintado por Casas sin ningún espectador, o en otro se puede apreciar al verdugo y al condenado desde una perspectiva más próxima. Del Garrot vil destaca principalmente la forma en que capta la gran expectación alrededor del patíbulo, hecho que sorprende desde una visión actual, cuando en esos tiempos incluso los niños iban a presenciar la ejecución. Si nos centramos en la historia que hay detrás, se tiene que apuntar que el cuadro nos sitúa en la mañana del martes 12 de julio de 1892. El ajusticiado es Aniceto Segundo José Peinador y Aragonés, que había sido capturado por el asesinato de Ramon Roig Grau y su propio camarada Amadeu Puig, en la calle de los Banys Vells número 20 durante un robo. El 2 de marzo de 1892 es condenado a la pena de muerte. Varias personalidades del momento, como Josep Maria Vallès Ribot y Manuel Duran Bas, habían solicitado un indulto, que no llegó. La crónica de La Vanguardia del día antes de la ejecución nos explica con detalle sus últimas horas. El preso es conducido a la capilla para redimir sus pecados y confesar sus crímenes, donde escribe sus últimas palabras en forma de verso. Uno de los últimos lleva por título «A una luz»:
«Luz que te vas apagando por falta de óleo vital sin querer vas parodiando nuestro destino fatal. De tus fulgidos resplandores es tu inmenso brillar, imagen de las pasiones del orgullo y vanidad. En sus últimos destellos se la puede comprar a luz que pierde la vida a impulsos del vendaval».
Por la tarde recibe varias visitas entre los que destaca el Governador Civil de Barcelona, Nicolás-María de Ojesto y Díaz-Agero, y el notario Francesc Pasqual Elias que toma nota de su testamento, tal y como había hecho seis meses antes con Isidre Mompard Prat, el anterior condenado a garrote vil. El patíbulo se monta entre la 1 y las 2 y cuarto de la madrugada del día 12, delante de la puerta del foso que da al patio de los Corders. Tal y como era tradición, los cofrades de la cofradía de la Puríssima Sang de Nostre Senyor Jesucrist [Purísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo], también conocidos como Congregació de la Sang [Congregación de la Sangre], vestidos con el hábito y un capuchón negro pasan las últimas horas con Aniceto y lo acompañan hasta el patíbulo, detalle que se puede apreciar perfectamente en la obra de Casas. El día anterior, los cofrades habían recogido un total de 729 pesetas de limosna que fueron entregadas a los padres de Aniceto (excepto el 25% de comisión que se cobraba la Congregación, como era tradición). Los cofrades que participan ese día y que probablemente son los que aparecen en el cuadro son: Joan Caballé Fábregas, Cayetano Paulino, Pere Bonafont, Joan Balansó, Francesc Puiggros, Isidre Cercavins, Ferran Carbó Dotres, Antoni Sarra, Nonito Casas, Adolf Latella, Joaquim Guardiola, el señor Berenguer, Juan Craiwinkel, Eusebi Riera, Ramon Vidal, Joan Trabal y el señor Masalleras. Otra persona importante que aparece es el verdugo titular de la Audiencia de Barcelona, Nicomedes Méndez López, pintado con las manos en el garrote. También destacan las figuras de los guardias, algunos a caballo, que según la crónica nos dice aquella mañana tuvieron mucho trabajo para contener al gran público asistente y que incluso alguno tuvo que ser evacuado por la puerta trasera del patíbulo, que también aparece en el cuadro.
Después de esta muerte, Barcelona aún tuvo dos ejecuciones públicas más; una el 21 de noviembre de 1894, de Santiago Salvador Franch, declarado culpable del atentado del Gran Teatre del Liceu, y la otra el 15 de junio de 1897, de Silvestre Lluís Selma. acusado de matar a su mujer y a dos de sus hijas. Ambos fueron ejecutados por el verdugo Nicomedes Méndez. Después de éstas, llegarían muchas otras ejecuciones, hasta el 27 de septiembre de 1975, pero ya sin público. Ramon Casas también captó en sus dibujos otro instrumento pensado para aplicar la pena de muerte: la guillotina. Este tipo de ejecución se utilizó en Francia hasta el 10 de septiembre de 1977 con la decapitación de Hamida Djandoubi. Algunos países, aún hoy mantienen la pena de muerte, como Estados Unidos, a pesar de que desde el 14 de agosto de 1936 ya no se realizan ejecuciones públicas.
Jordi Sánchez i Ruiz