Una de las cualidades de Ramon Casas es saber captar tanto los momentos festivos como los de tristeza, las riquezas y las pobrezas, las enfermedades, los grandes lujos y en muchas de sus obras también se interpreta el contexto de unas ciudades que querían mejorar la calidad de vida de sus habitantes, pero que viven una realidad con muchas carencias.
Dentro de esta tipología de obra en que Casas nos muestra la realidad de la vida y de la ciudad de Barcelona, podemos destacar el dibujo donde aparecen dos trabajadores que limpian una fosa séptica con el consecuente mal olor, hecho que nos recuerda que la red de alcantarillado aún no estaba lo suficientemente desarrollada. Precisamente, el proyecto del subsuelo de Barcelona fue desarrollado por Pere Garcia-Fària Robles, cuñado de Montserrat Carbó Juncadella, en los años 90 del siglo xix.
Uno de los momentos más dolorosos y duros para la ciudad de Barcelona sucede entre los meses de octubre de 1914 y enero de 1915 por culpa de la gran epidemia de tifus de Barcelona que provoca la muerte a 2.267 personas y enferma alrededor de 25.000. Algunos miembros de la familia del pintor se ven afectados. Las hermanas Carme y Àngels Riera Fontova, hijas del exsocio de la fábrica de Sant Benet, Ramon Riera Puig, y por tanto sobrinas de Miquel Carbó Carbó, mueren respectivamente el 3 y el 5 de noviembre. Su cuñado, Josep Salvat Gusi, marido de Dolors Riera Fontova, muere el 16 de noviembre. Y en la misma fecha muere Juli Garcia Carbó, hijo de la prima del pintor, Magdalena Carbó Carbó, que morirá también días después, el 15 de enero de 1915.
La situación dramática de estos tres meses hizo aumentar el número de testamentos; incluso el propio Ramon Casas redacta el suyo el 6 de noviembre, en el cual modifica sus beneficiarios después de las defunciones de Emília Huet Bas (1908) y Elisa Carbó Ferrer (1912) e introduce por primera vez a Júlia Peraire Ricarte, con quien convivía desde el año anterior, 1913. En esta época Ramon Casas pinta el cuadro Processó de la Bona Mort [Procesión de la Buena Muerte], donde nos muestra una calle de Barcelona bien estrecha y llena de gente a más no poder, entre la que destacan los cofrades con su hábito característico, mientras uno de ellos sujeta el lema «Ésta es tu morada». Pero no todo es tristeza, ya que en plena epidemia de tifus, el 21 de noviembre de 1914, se casan Fernando Albaladejo Guardiola con Elisa Codina Casas, sobrina del pintor.
Processión de la Buena Muerte. Óleo sobre tela, 1901.
La pintura representa la Procesión de la Buena Muerte, en la que Ramon Casas nos muestra la comitiva que trae al Santo Cristo crucificado por una estrecha calle de Barcelona.
Esta no era la primera vez que Casas capta la muerte, porque en 1902 ya nos había mostrado el cadáver del poeta Jacint Verdaguer Santaló, vestido con el hábito de franciscano en su lecho de muerte. Casas, conjuntamente con sus amigos, asistió al velatorio en la casa mortuoria de Vil·la Joana, en Vallvidrera, entonces en el pueblo de Sant Vicenç de Sarrià. Años después, en 1910, nos muestra el entierro de su amigo Raimon Casellas Dou (1885-1910) en el cementerio de Sant Joan de les Abadesses, después de su suicidio al tirarse a la vía del tren.
Ramon Casas, como buen cronista social, nos muestra dibujos llenos de realidad cotidiana, como el cartel de la sífilis en el que aparece una mujer con esta enfermedad de transmisión sexual, o incluso el dibujo de una persona mutilada y con solo una pierna. El pintor también es capaz de mostrarnos las diferentes clases sociales, como es el caso, por ejemplo, cuando nos muestra a personas mendigas o el dibujo en que aparece el mismo Casas sentado en un asiento de una cabina de un tren, mientras espera recibir una bebida de un camarero negro. Pero no todo es tristeza, Casas nos enseña las modernidades que la sociedad va consiguiendo, como por ejemplo, los azulejos donde aparecen los nuevos oficios y los avances técnicos.
Jordi Sánchez i Ruiz