Una vez hubo retornado a Barcelona, Ramon Casas no tardó en recuperar su rutina habitual y recibió un mensaje de Charles Deering, anunciándole que en breve llegaría a la Ciudad Condal con la intención de verle y visitar juntos diversas poblaciones catalanas. Tan solo conocer la noticia, para satisfacer los intereses del norteamericano organizó diversas excursiones por el territorio. Una de ellas, la que realizaron el 19 de septiembre de 1909, les condujo a Sitges. El pueblo, además de tener un paisaje natural privilegiado, se había convertido en el epicentro del Modernisme catalán desde que a finales del siglo xix se levantó en una de sus calles el Cau Ferrat. Después de pasear, visitar el Santuari del Vinyet y la casa-taller de Santiago Rusiñol, comieron y descansaron en la villa. Fue entonces cuando el magnate sorprendió a todos al manifestar que quería instalarse allí y para conseguir su objetivo realizó una oferta de compra por el Cau Ferrat, la cual Rusiñol rehusó. Este contratiempo no disuadió a Deering, quien comenzó a buscar otro edificio que satisficiera sus propósitos. La solución la halló en el antiguo Hospital de Sant Joan Baptista, un edificio gótico del siglo xiv que se erigía en primera línea de mar, contiguo al Cau Ferrat, y que por entonces se hallaba en muy mal estado de conservación. No era la casa-taller de Rusiñol ni contenía sus magníficas colecciones de arte, pero el industrial pensó que, una vez reformado, podría convertirse en una residencia de verano en la cual pasar largas temporadas de descanso cerca del mar.
Rápidamente, tomó las riendas del proyecto Miquel Utrillo, creador e ideólogo de las revistas Pèl & Ploma y Forma, que por aquel entonces ejercía el cargo de director artístico de la Enciclopedia Espasa. Con su ayuda y las gestiones del abogado Amadeu Hurtado (1875-1950), consiguieron la titularidad del recinto y empezaron una reforma integral para hacerlo habitable. Precisamente, fue Utrillo quien propuso bautizar el recinto con el nombre de Maricel, en honor a la obra de teatro de Àngel Guimerà, idea que sedujo al norteamericano, quien también era un gran admirador del texto. Su opinión también fue decisiva cuando, en 1911-1912, el espacio del que disponían se reveló como insuficiente. La pasión coleccionista manifestada por Deering había superado las expectativas y era necesario ampliar la superficie inicial disponible. Después de valorar diversas opciones, resolvieron adquirir los terrenos y las casas que se hallaban al otro lado de la calle de Fonollar y levantar un edificio de nueva planta. Utrillo se encargó de las negociaciones y de proyectar la construcción, dando como resultado un gran palacio conformado por dos secciones: el edificio de mar, que comprendía el viejo hospital gótico del siglo xiv, y el edificio de tierra, levantado para acoger las piezas que conformaban la colección. Las dos secciones quedarían unidas por un puente cubierto que facilitaría la comunicación entre ellas sin necesidad de salir a la calle.
En cuanto a la colección de arte, que pretendía ser un homenaje a la historia artística de España, estaba conformada por un extenso conjunto de retablos catalanes, castellanos, aragoneses, navarros y valencianos, entre los que conviene destacar la Taula de Sant Jordi de Bernat Martorell (1434-1436, Art Institute of Chicago), así como diversas obras de El Greco, Zurbarán, Murillo, Pedro de Mena, Antonio Palomino o Goya. También tuvo especial interés en artistas contemporáneos como Anglada Camarasa, Rusiñol, Regoyos, Blay, Clarà, Llimona, Mir, Zuloaga, Romero de Torres y Ramon Casas, quien ocupaba un lugar preferencial.
El catalán, además de ser buen amigo de Deering, satisfacía sus gustos, ya que sabía captar temas hispánicos siguiendo los postulados de la modernidad artística aprendidos en París. Entre las obras suyas que figuraban en Maricel, además de las que el magnate compró en 1904 cuando visitó su taller, también se podían hallar el Retrato de Alfonso XIII a caballo (1905, Museo de la Caza de Riofrío, Segovia), el Esbós del Cor de la Catedral de Barcelona [Boceto del coro de la catedral de Barcelona] (1908, colección particular), el Retrato de la señora N. D. (1910, colección particular de Estados Unidos), el Retrato de Joe Summer (c. 1911, colección particular de Estados Unidos), el Retrato de Charles Deering (1914, colección particular de Estados Unidos), la Processó de la Bona Mort (1914-1916, Deering Estate, Miami) y el Retrato de Miquel Utrillo (1917, colección particular).
En cuanto a los dibujos —según Kenneth Clark las piezas favoritas de los coleccionistas, ya que además de ser fáciles de guardar ofrecen una comunicación directa con el artista—, tenemos constancia de que en Maricel figuraron diversas piezas suyas. Una de ellas era Noia amb vestit de passeig [Chica con vestido de paseo] (c. 1902, Art Institute of Chicago), donde nos presenta un retrato femenino de cuerpo entero, vestida siguiendo la moda de la época. Según Marilyn McCully, podría tratarse de un preparativo para un dibujo de Pèl & Ploma, ya que apareció uno similar en la contraportada del número 98, publicado en octubre de 1902. Desconocemos en qué momento lo regaló a Deering, aunque antes de hacerlo añadió una dedicatoria en la parte inferior que decía:
«To my friend Deering, R. Casas».
También formó parte de la colección Noia al piano [Chica al piano] (1902, Art Institute of Chicago); un retrato femenino de una joven morena tocando el piano con la mano izquierda y la cabeza y el cuerpo girados hacia el instrumento. El dibujo presenta una particularidad, ya que en el ángulo inferior derecho se puede apreciar el sello seco de Pèl & Ploma. En este caso, nos hallamos ante uno de los numerosos dibujos que el catalán realizó para la revista y que tenían como destino ser sorteados entre sus suscriptores. Pero éste concretamente también fue utilizado para anunciar la casa de pianos Vda. de P. Estela, antigua casa Bernareggi, y Mosaicos Escofet demostrando los estrechos vínculos que Casas siempre mantuvo con el mundo de la publicidad. Dentro de este grupo incluimos un conjunto de cinco dibujos (sin fechar, colección particular) que conformaban una historieta, titulados Hi ha quelcom que funciona malament en el cotxe [Algo funciona mal en el coche], Han tingut una punxada [Han tenido un pinchazo], Arrossegant el cotxe [Remolcando el coche], El xoc/L’accident [El choque/El accidente] y El toro envestint el cotxe [El toro envistiendo al coche]. En ellos, Casas nos cuenta una historia real que podría haber sucedido durante alguno de los numerosos viajes que realizaba en automóvil.
Por último, comentar dos piezas que conforman una sola obra, ya que ocupan el recto y el reverso de la misma hoja de papel (sin fechar, Art Institute of Chicago). La primera, Cap de dona [Testa de mujer] presentaba un retrato femenino mirando hacia el espectador mientras éste la contempla. La segunda, Noia espanyola [Muchacha española], es un retrato femenino que mira hacia la izquierda y viste un mantón de color negro; también contiene una dedicatoria al norteamericano:
«A mi amigo Deering. R. Casas».
Sebastià Sánchez Sauleda