Las primeras obras de temática ciclista de Casas fueron unos apuntes de carácter caricaturesco que se encuentran actualmente en las colecciones del Museu Nacional d’Art de Catalunya (MNAC) y el Cau Ferrat de Sitges. Estos dibujos narraban pequeñas historias cómicas, teniendo como principal protagonista la bicicleta; seguramente la misma clément tipo «militaire», salvo que con una novedad: aparecía acoplado el faro en la horquilla delantera. Es el mismo faro o modelo que pocos años más tarde se vería con más detalle en el famoso tándem de Casas y Romeu.
En septiembre de 1889, Casas convenció a Rusiñol para realizar una excursión en bicicleta. Rusiñol ya estaba interesado y seducido por «esa clase de vehículos, por su aspecto ligero y elegante como por su silueta original y esbelta». La proeza se publicó en el rotativo La Vanguardia con el título «De Vich a Barcelona en bicicleta» junto con diez ilustraciones de Casas.
Fue una crónica trágicómica del periplo de los artistas en bicicleta. Rusiñol inició el relato describiendo cómo fue seducido por el movimiento de los diferentes tipos de bici cletas que circulaban por el paseo Colón de Barcelona: bicicletas, triciclos, tándems y «otras muchas variedades», entre las que sumamos velocípedos, pues Casas los dibuja en sus ilustraciones. Proseguía con la descripción de las partes de las bicicletas, así como los ejercicios que debía realizar para mantener el equilibrio; añadía: «La víctima va sentada como puede á cierta calculada altura».
Hacia las dos y media, partieron en tren con dirección a Vic, localidad a la que llegaron antes de las seis de la tarde. Al día siguiente, iniciaron la excursión propiamente dicha durante la que fue detallando las poblaciones por las que pasaron: Seva, Centelles, las cuestas del Tagamanent, Aiguafreda, El Figaró, hasta detenerse en La Garriga, donde, según precisó, hicieron un alto en el Balneario Blancafort cuando a Rusiñol se le cruzó un gran perro de Terranova que metió la cabeza entre las ruedas de la bicicleta y le hizo caer.
Rusiñol fue presumiendo de su destreza en el uso de la bicicleta y lo extrañados que estaban la mayoría de sus habitantes al ver aquellos vehículos en las poblaciones por las que pasaron. Añadía también todas las caídas y percances que fueron sufriendo a lo largo del trayecto. Finalizaba con una conversación que mantuvieron con unas damas, quienes les preguntaron interesadas en las bicicletas y si se quedarían a dormir en La Garriga. Rusiñol prosiguió:
«Si lo pensábamos, y bien nos convenía por Dios y por los Santos, pero herido en mi amor propio, dije con serenidad que aquella misma noche nos marchábamos á Barcelona, á lo que me miró Casas como un conejo moribundo. Ya estaba dicho y debíamos cumplir nuestra palabra empeñada».
Sobre estas líneas, una de las diez viñetas que acompañan un artículo de prensa escrito por Santiago Rusiñol. Ramon Casas recogió la variedad de tipos de bicicleta -como biciclos, triciclos,tándems y las populares safety bicycles- en las numerosas aventuras ciclistas que inmortalizó en sus álbumes de apuntes.
«De Vich a Barcelona», La Vanguardia, 22 de septiembre de 1889.
Así fue que bajaron por un corredor y, mientras los vecinos y clientes del balneario los ovacionaban, ambos compañeros enredaron sus ruedas y cayeron.
«—¿Se han hecho ustedes daño? —nos dijeron con ironía. —Al contrario —me atreví á decir medio difunto— y marchamos de allí volando, y sin plan ni concierto, y sin farol y sin consuelo, porque en aquel choque se rompieron las ruedas y tuvimos que cargar con el mueble á cuestas. Me alegró del suceso porque así terminaba por fin nuestra excursión desoladora (…)».
Gabriel Pinós Guirao